13 noviembre 2024

Memoria Escrita (Capitulo 6) "Alta Velocidad... de Otra Época" (Tren Burra)


Nos situamos en 1964, a punto de cumplir 15 años, continuaba mi formación en una institución creada en 1940, regentada por la Compañía de Jesús que en aquellos años recibía el nombre de "Escuelas Profesionales Cristo Rey", conocida hoy como "Escuela Politécnica Cristo Rey".
Durante tres años, desde este mirador privilegiado pude contemplar el devenir de varios acontecimientos emblemáticos, el que relato aquí, finalizó en Junio de 1969.
Me refiero a una línea de ferrocarril que en 1877 se proyectó como un tranvía de tracción animal para unir Valladolid con Medina de Rioseco, una población de la provincia situada a unos 40km al NO, y que fue aprobada finalmente en 1878.  Dos años más tarde se decidió  cambiar la tracción animal por una máquina de vapor.
La concesión de esta línea fue adquirida por la «Compañía del Ferrocarril Económico de Valladolid a Medina de Rioseco», empresa creada en Barcelona en 1881. El Banco de Cataluña se encargó de financiar la construcción de la línea. Posteriormente hacia 1927 paso a  formar parte del grupo "Compañía de Ferrocarriles Secundarios de Castilla".
Su primera estación, llamada de San Bartolomé, para transporte de viajeros y mercancías se edificó en Valladolid  de manera provisional, extramuros de la ciudad.
La línea se inauguró en septiembre de 1884, con 5 locomotoras, fabricadas en Manchester. Unos años más tarde la empresa adquirió trece máquinas, de fabricación nacional, a “La Maquinista Terrestre Marítima”(Barcelona).

La línea unía esta estación de San Bartolome con la del “Portazgo” en Medina de Rioseco a través de 40 kilómetros. Tenía tres paradas obligatorias, y dos discrecionales. Circulaba a una velocidad media de 20 km/hora, el recorrido duraba cerca de dos horas. Debido a la sensación de velocidad extrema que notaban los viajeros, comenzaron a llamarle "El Tren Burra".
Cuentan, que en la subida de Torozos a Villanubla y en sentido contrario la subida de Zaratán hacia el llano, conocida como la “cuesta del reventón”, cuando el tren llevaba muchos pasajeros, todos se tenían que bajar. Mientras unos empujaban para ayudarle a subir la cuesta, el resto de viajeros lo hacía andando por la vía hasta llegar al llano, allí volvían todos a subir y continuaban viaje.
Contaba con primera y segunda clase. A finales de los años cuarenta, el billete de

ida y vuelta costaba 5 y 8 pesetas.
Una de estas subidas, la que se dirige hacia Villanubla, pasa frente a la entrada de mi colegio de entonces, así que en más de una ocasión tuve oportunidad de subir en marcha y bajar después de recorrer una pequeña distancia.
Todas las estaciones o apeaderos, algunas todavia existen, eran de ladrillo, contaban con un muelle cubierto y otro descubierto, una grúa giratoria y un puente-báscula.
En 1890, se amplió el recorrido hasta el interior de la ciudad, con una línea de vía estrecha que discurria por varias calles de la ciudad. Este tramo se desmanteló totalmente en 1961.
En 1912, la línea se prolongó hasta la ciudad de Palencia. Otro ramal, amplió el recorrido desde Medina de Rioseco hasta Palanquinos población situada a unos 20Km de la ciudad de León.
En 1965 el ‘Tren Burra’ fue incorporado a Feve (Ferrocarriles de vía estrecha), y cuatro años mas tarde n 1969 se decretó el cierre de la línea tras 85 años de servicio.
Su desaparición provocó una gran conmoción en la ciudad. Una plataforma, en defensa del ferrocarril, llegó a convocar una manifestación.

El Tren Burra quedó en el recuerdo de los vallisoletanos y se han realizado acciones para no olvidarlo. En Zaratán se ha recuperado su recorrido como vía verde, y en Valladolid, podemos ver su última locomotora, en la Plaza de San Bartolomé, el mismo lugar donde estaba la estación inicial de esta línea ferroviaria.

Otra curiosidad, el Tren Burra fue utilizado en 1967 en un Spaghetti-Western de titulo "Bandidos" , en la escena del asalto al tren rodada cerca de Villamartín de Campos.

El *Tren Burra* fue un tren lento y entrañable que con el tiempo se convirtió en parte de la vida cotidiana de la región, especialmente en las zonas rurales.

El apodo que popularmente se le aplicó, reflejaba la lentitud y sencillez del tren, que hacía frecuentes paradas en los pueblos a lo largo de la ruta, facilitando el transporte de personas y mercancías en una época en la que los medios de transporte eran limitados y menos asequibles para la mayoría.

A lo largo de los años, este tren se convirtió en un símbolo del folclore y la cultura local, recordado con cariño por sus pasajeros habituales y por aquellos que vivieron su época. Con la llegada de nuevos medios de transporte y la modernización, el *Tren Burra* dejó de operar, aunque se mantiene vivo en el recuerdo de las generaciones que lo utilizaron y en la memoria colectiva de Valladolid y sus alrededores.