08 octubre 2018

Esacapada a la Sierra de Montsant y alrededores

Coincidió que el padre de Marco (Fernando), viajo desde su ciudad de residencia (Sava-Italia),hasta Barcelona para pasar unos días en casa de su hijo. Con Marco y Natalia ya había tenido ocasión de realizar alguna excursión por los alrededores, Tarragona, Sitges etc. No obstante pensamos que podía ser una buena idea acercarnos a la zona de Montblanc, Prades etc. para que pudiera ver ambientes mas rustidos que los de los núcleos urbanos mas poblados.
Con esta premisa iniciábamos nuestro recorrido desde Calafell alrededor de las 09:00 horas de este domingo de Octubre en el que todavía disfrutábamos de unas temperaturas casi veraniegas.
Recorrimos los 38km que nos separaban de nuestro primer destino, el Real Monasterio de Santes Creus, una abadía cisterciense erigida a partir del siglo XII, y que se encuentra en el pueblo de Santes Creus, en la provincia de Tarragona.

Fue en el siglo XIII cuando, bajo el patrocinio de Pedro III de Aragon que expresó su deseo de ser enterrado en el monasterio, se construyó el panteón real, en el cual a su vez fue sepultado su hijo el rey Jaime II. Parte de la nobleza siguió esta costumbre medieval y escogió este lugar para su descanso eterno, consiguiendo el tiempo de máximo esplendor y grandeza gracias a los numerosos donativos recibidos, hasta la decisión de Pedro El Ceremonioso en 1340 de instalar el panteón de la monarquía en el Monasterio de Poblet.
La fundación del monasterio se remonta a 1150 gracias al poderoso linaje de la Casa de Pere El Gran. En 1174 comenzaron las obras de construcción del conjunto monástico: primero, la iglesia y la sala capitular; luego, el primitivo claustro románico, hoy desaparecido; más tarde, la sala de los monjes, el refectorio y el dormitorio. Hacia 1225 quedaban concluidas las principales de pendencias.
Durante los siglos XVII y XVIII se siguieron efectuando obras de ampliación y reforma, añadiendo nuevas dependencias exteriores. Esta continua actividad se ve truncada bruscamente en 1835 con la desamortización de Mendizabal, momento en que el monasterio sufre el abandono por parte de la comunidad cisterciense y se ve abocado a la ruina. Declarado Monumento Nacional en 1921, ha sido objeto de sucesivas obras de restauración y acondicionamiento, siendo hoy lugar de manifestaciones culturales de variada índole bajo gestión de la Generalitat de Catalunya a partir del año 1981.
De acuerdo con el esquema organizativo de la Orden del Cister, el núcleo principal lo forman las tres piezas básicas de la vida monástica: la iglesia, el claustro adosado a ella y la sala capitular; se completa el recinto con el refectorio, el locutorio, la sala de los monjes o scriptorium y, en una segunda planta, el dormitorio común.
Antes  de entrar en el recinto del monasterio pasamos por una serie de edificaciones de lo que es propiamente la población de Santes Creus. De inmediato frente a nosotros tenemos la puerta de la Asunción o Arco Real de estilo barroco y con una gran torre octogonal en su parte central. Por esta puerta accedemos a una plaza rectangular en cuyo fondo apreciamos la fachada de la iglesia y la entrada de la Puerta Real que es por donde accedemos al interior del monasterio previo pago de la correspondiente tarifa (unos 24€).
Se inicia el recorrido por el Claustro que consta de cuatro galerías cubiertas con bóvedas de cruceria. Es de un refinado estilo gótico y contiene las tumbas murales de algunos nobles catalanes, y quedan restos de pinturas, una de ellas representando la Anunciación.
Visitamos la Sala Capitular en cuyo pavimento se aprecian las lápidas esculpidas en relieve de siete tumbas de otros tantos abades que ocasionalmente fueron enterrados aquí.
Otra sala interesante es el Dormitorio, una nave diáfana rectangular de grandes dimensiones situada en la planta superior.
Pasamos por el Claustro Posterior o de la enfermería. Alrededor de este claustro se encuentran diversas dependencias como la bodega, construida a finales del siglo XII y con una construcción muy similar a la sala capitular. Existen restos de la antigua cocina que tenía comunicación con el refectorio. Situado en la parte sur de este segundo claustro se encuentra el Palacio Real, cuya construcción se ha llevado a cabo en diversas fases aprovechando las antiguas construcciones.
Pieza importante del conjunto del monasterio es La Iglesia,  cuyas obras de construcción se iciaron en 1174 y se terminaron hacia 1225. El aspecto global es el de una fortaleza debido al remate perimetral almenado. En la fachada principal se sitúa un imponente ventanal gótico vidriado que se conserva casi completamente en su estado original, con escenas bíblicas de 9m de alto y 1,8n de ancho. En la fachada opuesta, luce un gran rosetón, cuyas medidas son de 6,30 metros de diámetros y casi tres metros de profundidad.

El interior de la Iglesia es una nave de 71m de largo por  22m de ancho y responde al esquema de cruz latina.
En ambos lados del altar mayor se encuentran dos monumentos funerarios pertenecientes a tumbas reales de la dinastía del Reino de Aragon:  
El rey Pedro III de Aragon (Pedro I como rey de Valencia y Pedro II como conde de Barcelona).
El rey Jaime II de Aragon, de Valencia y conde de Barcelona, fallecido en 1327 y su segunda esposa la reina Blanca de Napoles, fallecida en 1310.  
Terminada la visita al monasterio, era casi mediodía y antes de continuar nuestra ruta visitamos el bar de la zona del pueblo para degustar unos cafés. 
De nuevo en  carretera camino de Montblanc,  nos separaba de esta población algo mas de  30Km y  unos 30'. Aparcamos junto a la oficina de turismo que nos proporciono un mapa de la población y unas breves instrucciones para movernos por la población.
La villa debe su nombre al montículo situado en el casco antiguo, conocido como Pla de Santa Bárbara. De una parte Mont (monte en catalan) y blanch(poco fertil, en catalán medieval), el catalán actual no incorpora la h final.
Entre los siglos IV a. C. y el siglo II a. C., había un poblado de la tribu Íbera cossetanos en el Pla de Santa Barbara. También se encontraron rastros romanos de principios de nuestra era. El auge más importante de la villa es en el siglo XIV cuando llega a ser la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes. En esta época se construyen las obras más importantes de la villa; la muralla (con 31 torres y 5 puertas), la iglesia de Santa María, el hospital de San Marcial y el Palacio de los Alenyà y se edificaron molinos, puentes, la prisión, etc.
Nos adentramos en la villa a través  de la puerta de San Antonio, que nos situaba en plena calle Mayor y poco después a los pies de la Iglesia de Santa María la Mayor, también conocida como La Catedral de la Montaña, una iglesia gótica del siglo XIV de grandes dimensiones sobre un promontorio desde donde se domina la ciudad histórica de Montblanc. Fue consagrada en 1548 y a finales de siglo se encargó la realización de una fachada renacentista en uno de los laterales del edificio. Esta nueva fachada principal duraría cerca de sesenta años, ya que durante el episodio conocido como «La General Crema» de la Guerra de los Segadores (1651) derribaron la fachada de la iglesia, que se reconstruyó poco después de acabar la guerra.
En las escaleras de acceso al templo se puede admirar una magnífica cruz renacentista con un pedestal de escalones en siete caras y fuste helicoidal con un capitel gótico. La plaza de la entrada principal está pavimentada a base de guijarros de colores, con el escudo de la villa y la fecha de la construcción de la plaza (1786).
Continuamos nuestro recorrido hacia la Plaza Mayor, una bonita plaza porticada formada por arcos de medio punto y realizada en piedra, es junto con la Font Major (construcción monumental del año 1804), y los Porches de Ca'l Malet conforman un precioso rincón del pueblo. Por debajo de la plaza pasa el torrente cubierto de Riuot.
Atravesamos la plaza y nos dirigimos hacia una de las puertas de la muralla, concretamente a una de las partes denominada de San Jordi. 
La Muralla tiene una longitud de unos 1.700 metros con una altura media de 6 metros y un espesor de aproximado de 1,20 metros. Antiguamente todo el recinto estaba rodeado por un foso que daba más altura a las construcciones, en la actualidad ha sido rellenado con tierra. La altura media de las torres es de 16 metros sobre el nivel del suelo. Actualmente se pueden apreciar un total de veinticinco torres de defensa. Son de base rectangular y sólo tenían tres caras, ya que la parte interior quedaba abierta y todas estaban coronadas por almenas. El recinto amurallado dispone de cinco portales de acceso.
Poco después de la fundación de Montblanc, en 1163, se inició la construcción de un primer recinto amurallado que protegía un pequeño castillo situado en la Plana de Santa Bárbara. La expansión de la población hizo insuficiente este cercado pero no fue hasta el reinado de Pedro el Ceremonioso (1336-1387) cuando se inició la construcción del actual recinto amurallado. En 1947, se declaró el centro histórico de Montblanc Conjunto Monumental y Artístico.
Nos dirigimos de nuevo al interior de la villa, habíamos reservado en el restaurante "El Call de Montblanc" y hacia allí nos dirigimos. Nuestro recorrido nos obligo a pasar junto a un par de pastelerías con unos escaparates espectaculares, sobre todo una llamada "Pastisseria Viñas".
A esta hora el tiempo había mejorado respecto a las primeras horas de  la mañana, no obstante persistía una ligera brisa a veces fresco que no invitaba a comer en la terraza. El interior del restaurante quería asemejarse a un cierto ambiente medieval y publicitaban una
cocina tradicional catalana con toques de autor y especialidades como el bacalao y los caracoles.
A falta de carta, disponían de un menú con varias opciones. Finalmente nos decantamos por caracoles a la llauna, bacalao con muselina de ali-oli, solomillo de cerdo con cebolla caramelizada, berenjenas rellenas, butifarra con patata caliu. Los postres a base de sorbete de limón y tartas variadas. Buen servicio y mejor precio ya que debieron cometer un error y solo nos cobraron 69€.
Tras la comida realizamos un breve paseo, durante el cual empezamos a plantearnos salir hacia Prades que se encuentra a algo mas de 30Km de una carretera con buen firme pero algo sinuosa en su parte final. Aparcábamos poco antes de las 17:00H junto a un bar y frente a una de las entradas al casco histórico.


Prades es un municipio de la comarca del Baix Camp, en Tarragona. El pueblo está en el centro del Parque Natural de Muntanyes de Prades, a 950 m de altura.
También se conoce al pueblo como Villa Roja por la piedra arenisca de color rojizo con la que se construyó todo el núcleo urbano, originario de la época musulmana. Prades fue uno de los condados más importantes de la Corona de Aragón, por lo que se levantaron las murallas que rodean casi la totalidad del núcleo antiguo y son patrimonio artístico de Cataluña.
La plaza, la iglesia, el castillo y las murallas son los principales elementos que determinaron, desde la época medieval, la configuración y organización interna de la villa.

La iglesia de Santa María la Mayor, documentada desde el 1194 es una construcción ecléctica, de transición del románico al gótico y con una fachada principal con elementos renacentistas. Frente a una de las puertas laterales se encuentra una antigua cruz de término del Siglo XIII. El castillo, del que por desgracia queda muy poco, estaba situado en el extremo noroeste de la población. Una ermita dedicada a la Virgen de l'Abellera es un edificio de 1570 de nave única, se conservaba una imagen de la Virgen que fue destruida en 1936. En 1940 se realizó una reproducción de la misma con mármol procedente de Sarral. De las antiguas murallas que rodearon el municipio solo quedan en pie algunos restos. Prades dispone de una plaza porticada dominada por una fuente de estilo renacentista que se encuentra reproducida en el Pueblo Español de Barcelona. La principal fuente de ingresos de Prades es el turismo de montaña. La población dispone de diversos equipamientos que facilitan las actividades lúdicas. En agricultura destacan el cultivo de patatas, avellanos y castaños. En sus bosques abundan las trufas y los níscalos.
Terminada la visita a esta villa, nos dirigimos de vuelta a casa no sin antes hacer una breve parada en Valls, un  municipio  perteneciente a la provincia de Tarragona, capital de la comarca del Alt Camps. Es de interés la iglesia romanogótica de "Sant Joan", que se remonta al siglo XVI y la "Capilla del Roser", con un mosaico de azulejos sobre la batalla de Lepanto del siglo XVII. Esta ciudad es cuna de un típico manjar catalán de temporada el calçot, unas cebollas dulces y largas con las cuales se celebra la calçotada.  

El verdadero nacimiento de la ciudad no se produjo hasta la primera mitad del siglo XII. De la  fachada de la iglesia de Sant Joan, destaca el rosetón de tipo radial, y, el campanario, es todo un símbolo de la ciudad de Valls, ya que tiene una altura espectacular de 74 metros, convirtiéndose en el campanario más alto de Catalunya y desde donde se pueden admirar unas vistas magníficas. 
Paseamos brevemente por las calles semidesiertas de esta ciudad para regresar al lugar donde habiamos aparcado el coche e iniciar el regreso a casa, dando por finalizada nuestra escapada por las tierras del Montsant