09 octubre 2024

Memoria escrita (Capitulo I). Mi aventura con las setas

Uno de mis recuerdos más vívidos con las setas me lleva de vuelta a la década de los 70, en los frondosos pinares de Portillo, en la provincia de Valladolid. En esos tiempos, visitaba a unos familiares que se dedicaban a la recolección de piñones, un oficio que les había brindado un conocimiento profundo del bosque y de sus tesoros. Era impresionante ver cómo conocían cada rincón de los pinares, y su habilidad para encontrar níscalos era casi mágica.

Recuerdo que, en las frescas mañanas de otoño, nos adentrábamos en el pinar, envueltos por el aroma de la resina y el sonido crujiente de las agujas de pino bajo nuestros pies. Ellos, con una mezcla de sabiduría y paciencia, me enseñaron a identificar los níscalos (Lactarius deliciosus), esas setas de color anaranjado que crecían entre las sombras de los árboles. Yo observaba fascinado cómo, con solo una mirada rápida, mis familiares localizaban los níscalos escondidos entre el musgo y las hojas caídas.

Aquellos paseos por el bosque no solo eran una búsqueda de setas, sino también una conexión con la naturaleza y una manera de aprender a valorar lo que la tierra nos ofrece. Al final del día, con la cesta llena de níscalos, regresábamos a casa y preparábamos una deliciosa comida que tenía el sabor del esfuerzo y la recompensa. Para mí, esos momentos representan la belleza simple de vivir en armonía con la naturaleza y el arte de saber aprovechar sus regalos.

Recuerdo que, cuando ibamos al pinar, yo estaba convencido de que tenia un super poder para encontar rovellons. Claro, mis familiares eran unos expertos, pero yo me decia a mi mismo que tenia "Ojo de aguila" para las setas. Ahí iba yo, con el pecho erguido y mi cesta vacia, mientras ellos ya la llevaban mediada, y yo...bueno, yo solo encontraba piñas. Mi "Ojo de aguila" era mas bien un "Ojo de gaviota hambrienta".


A veces me adelantaba corriendo como si fuera un explorador legendario, convencido de que esta vez si, esta vez si iba a encontrar el rovellon mas grande de la historia. Y entonces, de repente, un grito de emocion ¡Aqui esta!... solo para darme cuenta  de que habia encontrado una roca redonda con un monton de pinaza. Mientras tanto, mis familiares, entre risas, seguian llenando sus cestas sin esfuerzo aparente, como si los niscalos fueran perros entrenados que venian a ellos cuando los llamaban.

Pero la parte mas comica venia cuando, despues de dos horas finalmente encontraba un rovellon, lo cortaba cuidadosamente como si fuera el tesoro perdido de los mayas, y lo llevaba  orgulloso a la cesta ... solo para que alguien mme dijera "Ese esta malo, lo dejamos aqui", Ah, los dias en los pinares de Portillo, una autentica leccion de humildad frente a la naturaleza.

Recuerdo que mis familiares ni se inmutaban, caminaban tranquilamente, y de repente, zas, un niscalo perfecto. yo en cambio, me tiraba al suelo cual detective del CSI cada vez que veia algo anaranjado, solo para descubrir que era una hoja marchita, una bellota o en el mejor de los casos , una seta venenosa.

Y lo mejor de todo era que ellos intentaban consolarme con frases sabias

como "Note preocupes, la busqueda de setas es una cuestion de paciencia". Si claro, paciencia... o de haber nacido con un radar secreto para los rovellons que, evidentemente, yo no tenia.

Pero. al final de la jornada, cuando llegabamos a casa y nos sentabamos a comer los rovellons que se habian encontrado. Y yo, con toda la ironia del mundo, pensaba "Que bien, al menos soy un buen acompañante" ...

MORALEJA: La paciencia y la experiencia ganan al "Ojo de aguila" cualquier dia. Pero oye, al menos me lleve una buena coleccion de  piñas. ¡Tampoco, fue tan mal!

La Tierra de Pinares es una comarca natural castellana situada en la comunidad autónoma de Castilla y León, y comprende el norte de la provincia de Segovia y el sur de la provincia de Valladolid. También se extiende por el este de la provincia de Ávila (Valle del Alberche y Tierra de Pinares).
En ella se concentra una masa forestal compuesta de las especies Pinus pinaster y Pinus pinea.

La zona vallisoletana

Dentro de la zona de la Tierra de Pinares que se sitúa en la provincia de Valladolid se encuentra la ciudad de Pedrajas
de San Esteban
, destacada por la elaboración del piñón, hecho por el que se autodefine «El piñón de España».6​ Otras villas de la zona son Íscar y Portillo, también dedicadas a la industria de la madera, o Boecillo, en cuyo parque tecnológico, entre otras empresas, se halla ARESA, encargada de fabricar uno de los componentes básicos de las alas de los Airbus, lo que convierte a la localidad en uno de los principales focos de desarrollo industrial de la comunidad. Olmedo destaca por tener un gran valor histórico. Se diferencia de otras comarcas de Valladolid por su orografía característica, esto es, si en la Campiña del Pisuerga el suelo es de arcilla, la Tierra de Pinares está cubierta de arena.

La zona de la Tierra de Pinares es un ejemplo de belleza natural. En los parajes de Sacedón (Pedrajas de San Esteban) y el Puente Blanca (Íscar), en las riberas de los ríos como el Eresma y el Cega o en sus miles de hectáreas de pinar, está claro que Tierra de Pinares es una comarca con naturaleza para dar y tomar. La comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, que en la actualidad se halla circunscrita en ambas provincias, cuenta con 12 000 hectáreas de monte y pinar, y destacan las lagunas y humedales, como El Espadañal, convertido en observatorio ornitológico desde hace décadas.