27 julio 2020

Ordesa Parque Nacional 21-24 Jul-2020


Empezamos a madurar la posibilidad de pasar unos días con Zoe en el Valle de Ordesa, recordando una experiencia similar que ocurrida en 1985 cuando su mamá tenía 10 años. En aquella ocasión recorrimos el valle hasta el gran sa
lto de agua llamado "Cola de caballo", con alguna que otra incidencia. Los poco más de tres años de Andrés Jr., alguna dificultad para caminar de Natalia y  una tormenta con granizo al inicio nos procuró algún momento menos grato.

El 21 de junio de 2020, terminó el estado de alarma decretado por primera vez por el Decreto 463/2020 de 14 de marzo, y prorrogado hasta en seis ocasiones por decisión del Pleno del Congreso de los Diputados. 
Esta vez afrontamos la experiencia en aparentes mejores condiciones, a pesar de nuestros 70 años de edad y las previsiones de altas temperaturas durante esos días. 
Iniciamos nuestra aventura hacia las 10 de  la mañana del día 21 de julio, recorriendo los 310 Km que nos separaban de Torla-Ordesa, lugar donde habíamos reservado habitación en el Hotel Edelweis. Hicimos una única parada para comer nuestra tortillita de verduras, en un área de descanso situada en Castejón del Puente. Aterrizamos en el hotel a poco más de las 16 horas. Enseguida la recepción, instrucciones especiales por la pandemia, horarios del desayuno y finalmente la habitación 104 situada en la primera planta con una terraza con espectaculares vistas a las montañas. El resto de la tarde la dedicamos a descansar un poco ya recorrer la pequeña población, visitando la oficina de turismo y el Centro de visitantes desde donde parte un bus a la pradera de Ordesa y que utilizaremos al dia siguiente. Aprovechamos para comprar los tickets. De nuevo paseando nos dirigimos hacia la Pizzería "El Taillon" que nos habían recomendado en el hotel. Tomamos una pizza pirenaica grande junto con una ensalada variada y un helado de postre para Zoe. De nuevo en el hotel jugamos alguna partida de cartas y a descansar para acometer la jornada prevista para el siguiente dia.
Tras desayunar en el buffet del hotel, eso sí tomando todas las medidas de seguridad recomendadas: Gel hidroalcohólico, guantes, mascarilla y un aforo limitado de 20 personas, nos dirigimos a la parada del bus que nos traslada a la pradera de Ordesa desde donde iniciamos la caminata hasta nuestro destino final, el gran salto de agua llamado "Cola de caballo". Son unos 9 Km por carretera que suponen poco más de 15 minutos. De camino a la parada del bus compramos algo de pan y unas tartitas de manzana, en el pueblo para el picnic que haríamos en algún momento del recorrido. En la parada ya estaba formada una cola de espera de entre 15-20 personas. Pensamos que tendríamos que esperar a otro bus, dadas las limitaciones debidas al covid19, pero sorprendentemente entramos nosotros y muchos más que llegaron después hasta completar el 100% de ocupación. Gel al subir y mascarilla en el interior, eso sí sentado al lado de una persona desconocida (posiblemente alemana), que al igual que yo no acababa de entender esta situación.
Llegamos a la pradera hacia las 10 de la mañana e iniciamos nuestro recorrido, regresando a este mismo punto a las 19 horas. 
El recorrido (ida y vuelta), es de unos 18 Km, discurre por el sendero GR-11 remontando el valle de Ordesa siguiendo el cauce del río Arazas y un desnivel acumulado de unos 500m.
La ruta hasta la Cola de Caballo por el camino clásico del valle de Ordesa es una de las excursiones más populares y conocidas de los Pirineos. Este itinerario nos permite adentrarnos en el largo y espectacular valle de Ordesa, que en 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y constituye un espacio natural de una belleza excepcional. Durante el recorrido podremos admirar las espectaculares paredes del valle, excavadas por la erosión de un antiguo glaciar, disfrutar de los diversos saltos de agua que presenta el río Arazas: la cascada de Arripas, la cascada del Estrecho, las Gradas de Soaso,... y conocer la gran riqueza natural del valle. 
Empezamos a caminar por una pista de tierra en buen estado. Vamos remontando el valle entre bosques y claros. Tenemos el río Arazas a nuestra derecha. Pronto llegamos al  mirador superior de la cascada del Estrecho. La cascada del Estrecho es uno de los saltos más relevantes del río Arazas. Avanzamos ahora por el interior de un bonito hayedo y llegamos a una pequeña  cabaña. Salimos del hayedo y la pista se estrecha. Pronto llegamos a la cueva de Frachinal, un tramo donde el camino transcurre medio cubierto por la roca de la montaña. Continuamos avanzando y llegamos a las  Gradas de Soaso, una bonita sucesión de pequeñas cascadas escalonadas. Superamos las Gradas de Soaso y entramos en la parte alta del valle de Ordesa. Delante nuestro, al fondo,
ya podemos observar la espectacular cabecera del valle de Ordesa, el llamado circo de Soaso. En
 esta zona nos encontramos rebaños de vacas pastando. Cruzamos un pequeño puente metálico que nos ayuda a superar un arroyo que recoge las aguas de la montaña y las conduce hasta el río y a continuación dejamos atrás, a mano izquierda, una cabaña de pastores. Desde aquí podemos observar las elevaciones llamadas Tres Serols o Tres Sorores: el Cilindro de Marboré (3.325m), el Monte Perdido (3.348m) y el pico Añisclo (3.257m). Finalmente alcanzamos la  Cola de Caballo , un bonito salto de agua que corona el valle de Ordesa y que debe su nombre a la similitud que existe entre la forma con la que cae el agua de la cascada y la cola de un caballo.
Encontramos un lugar junto al río para preparar los bocatas de atún con pimientos previstos para nuestro picnic y a la vez refrescarnos los pies en sus aguas
Tras un breve descanso decidimos desandar el camino, no sin antes parar en el refugio de pastores que se encuentra cerca del puente metálico y a la sombra tomarnos otro respiro y dar buena cuenta de nuestras tartitas de manzana.
De vuelta al hotel y después de una relajante ducha y un pequeño descanso, nos dirigimos a nuestra pizzería favorita a pocos metros del hotel. Para la cena de hoy pasamos de pizza y Zoe y yo nos decidimos por macarrones y tagliatelle al pesto y Marisa por una ensalada de cabra sin que faltara el helado de postre que compartimos con Zoe.
A la mañana siguiente, empezó a manifestarse el esfuerzo realizado en forma de las típicas agujetas. Tras desayunar en el hotel, partimos rumbo a la localidad de Aínsa alrededor de las 10 de la mañana.
Aínsa es un pueblo que se encuentra en la comarca de Sobrarbe, surgido hace más de un milenio, al norte de la provincia de Huesca.
Situada estratégicamente en la confluencia de los ríos Cinca y Ara, sobre un alto a 589 m. de altitud, desde donde se domina todo el entorno. En un lugar  privilegiado, entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta. En el año 1965 el Casco Antiguo de Aínsa es declarado Conjunto Histórico-Artístico. 
Desde lejos aparece como un apiñado caserío uniforme, proporcionado y armónico, destacando la esbelta torre de la iglesia, el enorme recinto del castillo y una de las Plazas más bonitas de España. Dentro de las murallas la maravilla del románico en cada rincón, sorpresas constantes en cada detalle. 
Unos 44 Km nos separaban de Ainsa, así que llegábamos sobre las 10:45 y dejamos el coche en un parking público en la parte baja de la población. A poca distancia una escalera que nos indicaba el acceso al casco antiguo, plaza Mayor, Eco Museo etc. Una buena subida que aumentó el calor que ya hacía. Entramos en la ciudad por la "Puerta de Afuera" y recorrimos el casco antiguo hasta la famosa plaza Mayor y el castillo con lo que queda de sus murallas. 
El Castillo data de los siglos xi y xvii: siendo una obra de varios siglos que conserva muy pocos elementos del original edificio románico. Destacan en él la Torre del Tenente, de planta pentagonal, hoy convertida en un EcoMuseo, el gran patio de armas y un portalón que se abre a la plaza Mayor.
La Plaza Mayor, presidida por el edificio del ayuntamiento y abierta al castillo, se rodea por soportales en ambos lados. En estos soportales se ubican sendas prensas comunitarias en las que se realizaba la prensa de la uva.
Visitamos el Eco-Museo donde tienen una especial dedicación a la recuperación de  la flora y fauna de la zona, especialmente del Quebrantahuesos, gestionado por una fundación del mismo nombre.
La exposición permanente del Eco Museo y Centro de Visitantes de la Fauna Pirenaica, nos invita a conocer la impresionante cordillera pirenaica, donde los bosques y prados, ríos y cascadas, roquedos y desfiladeros, cumbres y glaciares y su flora y fauna son protagonistas.
Proyección audiovisual «Las Montañas del Quebrantahuesos. Biodiversidad pirenaica, tesoro vivo». 
El Eco Museo nos ofrece una exposición guiada por un informador sobre aves rapaces incapacitadas para vivir en libertad (entre ellas un quebrantahuesos), abordando su fascinante biología, problemática y esfuerzos en su conservación. La visita se realiza a través de un túnel de observación con cristales espejados que permiten observar a las aves irrecuperables sin molestarlas. Tuvimos ocasión de ver una pareja de quebrantahuesos, un búho real y un águila culebrera y de que nos informaran de las particularidades de cada ave y el porqué de su estancia en este lugar.
El calor apretaba y la plaza Mayor invitaba a tomar algo fresco en alguna de sus terrazas hasta que llegara la hora de comer.
Habíamos reservado en el Rte. L'Alfil para comer a las 13:30, quedaba cerca de donde estábamos y decidimos aproximarnos poco a poco . Las féminas tomaron canelones de setas, para mi unas carrilleras de ternera estupendas, con un aperitivo de calamares a la andaluza y un helado de Straciatella para terminar. Buena sombra en la terraza exterior y una corriente de aire que se agradecia. Nuevo recorrido por otra zona del casco antiguo, recogemos el coche, visitamos la zona baja del pueblo donde se encuentran las nuevas construcciones sobre todo hoteles, bares etc. y regresamos a Torla. Repetimos la cena en nuestra pizzería habitual,esta vez muy saturada hasta  el punto que estuvimos a punto de marchar. Finalmente nos acomodaron en el interior. Se estaba bien pero esta vez tardaron mucho en servirnos, Zoe tomó un combinado con pechuga de pollo, huevo y patatas y los abuelos nos decidimos por una pizza de verduras. Todo ello regado con una refrescante agua y sendas cervezas sin alcohol. Hoy cenamos un poco más tarde que en días anteriores pero todavía pudimos dedicarle un ratito a unos de los juegos que maneja Zoe, "El Cinquillo".
Por la mañana, sin prisas nos preparamos para bajar a desayunar y dejar medio preparado el equipaje, ya que hoy era el dia de nuestro regreso a casa.
Paramos un momento a la salida de Boltaña para entregar una reclamación por el servicio de bus entre Torla y la pradera de Ordesa. Se trataba de la oficina de turismo de la comarca del Sobrarbe. Allí nos atendió una señora que recoge el escrito y lo tramita. Más adelante paramos en una gasolinera a repostar y de paso a añadir aire a los neumáticos ya que la Kangoo nos había avisado que tenían poca presión.
Hacia la hora habitual de comer, habíamos pasado Lleida y paramos a la altura de Fondarella en un área de servicio donde comimos algo para finalmente reanudar la marcha, llegando a Vilanova hacia las 20 horas.