Un
proyecto, acariciado durante varios meses estaba a punto de poder
realizarse.
A
partir de 1984 y durante 10 años residimos en tierras catalanas. En ese tiempo
tuvimos la posibilidad de recorrer estas tierras tanto por motivos
profesionales como personales y en una de esas excursiones descubrimos una
pequeña masía “Can Roca”(hoy La Roca Petita), situada al borde de la N-II y muy
próxima a la ciudad de Girona, donde degustamos una de sus especialidades
“Canelones”, que recordaríamos en muchas ocasiones durante los años siguientes.
Parecía
que había llegado la ocasión de visitar de nuevo ese establecimiento y degustar
de nuevo ese manjar.
Pues
nada, dicho y hecho. El 8 de junio, utilizando la Web de Booking aprovechamos una oferta de un pequeño hostal (Alba) en la Costa Brava, concretamente en Tossa de Mar, para reservar alojamiento
durante los días 16 y 17 de Julio
Situada en la costa de Girona, a medio camino entre
la ciudad de Barcelona y la frontera francesa, Tossa de Mar es una antigua
población de pescadores con un gran bagaje histórico, convertida en emblemático
destino turístico de la Costa Brava desde hace algo más de medio siglo. Es sin
lugar a dudas uno de los pueblos con más personalidad de la Costa Brava que ha
sabido conservar el encanto de una villa medieval. En el pueblo de Tossa de
Mar además de disfrutar del ambiente turístico que lo caracteriza, podemos
pasear tranquilamente observando sus múltiples monumentos y el arte que
proviene de siglos atrás entre los que es de destacar su Recinto Amurallado del
siglo XIII que recorre el litoral rocoso y encierra a La Vila Vella de antiguas
casas y calles.
Una población que ha sido
visitada por artistas, escritores... Pero sin duda la famosa que dejo huella en
Tossa de Mar fue Ava Gadner. En los años 50, la mujer más bella del mundo se
desplazó a Tossa de Mar para participar en la película Pandora y el holandés
errante. Una estatua recuerda su paso por Tossa. La playa es de arena mas bien
es gruesa pero el agua esta espectacular.
Iniciamos el viaje hacia
Tossa de Mar hacia las 10 horas del dia 16. No teníamos especial prisa ya que no
nos entregarían la llave en el hotel hasta pasadas las 14 horas, por lo
cual elegimos el camino mas corto pero
también el mas lento, bordeando la costa. Por la C-31 hasta el cinturón litoral
y desde allí por Badalona, Mataro, Calella, Blanes, Lloret y Tossa. Un
itinerario nada recomendable, se atraviesan muchas poblaciones, semáforos,
trafico intenso y en realidad no tiene ningún atractivo.
Tras acomodarnos en el hotel
y siguiendo el consejo de la persona de la recepción (por cierto super-amable),
nos dirigimos al Restaurante-Braseria Berlin donde degustamos un estupendo menú de tres platos con buena calidad y rápido
servicio.
De nuevo en el hotel, colocar
los pocos enseres que llevamos, descansar y refrescarnos del calor que a esa
hora hacia por las calles.
Hacia las 19 horas nos
dirigimos hacia e pase marítimo por donde paseamos admirando la murallas de la
Vila Vella. Esta ciudad amurallada que se cree fue construida en el siglo XII,
cuenta con siete torres circulares y su función era, además de la de albergar
el palacio del gobernador en el siglo XIV y la iglesia, el evitar el ataque de
los piratas.
Tras pasar frente a cantidad
de restaurantes con todo tipo de especialidades, iniciamos el ascenso a la
parte mas alta de la Vila Vella donde se encuentra el faro de Tossa, abierto en
1917, que reemplazó a las antiguas hogueras como medio de señalización
marítima. Y junto al faro se encuentra el Centro de Interpretación de los Faros
del Mediterráneo, un centro de estudios impulsado por el gobierno de la
Generalitat de Catalunya que investiga y supervisa la conservación de los faros
existentes sobre la costa catalana del Mediterráneo.
En este recorrido tuvimos
ocasión de descubrir la antigua iglesia
parroquial de Tossa, de la que solo queda la cabecera, parte de una capilla y
el arranque de los muros laterales. Fue abandonada en el siglo XVIII cuando se construyo extramuros la
nueva iglesia y que comenzó a destruirse como consecuencia de la explosión de
un polvorín de los franceses a principios del siglo XIX. Después sus piedras
fueron aprovechadas por los vecinos para construir o reformar sus casas.
En el año 2003 se realizó
excavaciones que confirmaron la existencia de una primitiva iglesia del siglo
X. El templo gótico que nos ha llegado ruinoso constaba de una nave única, con
ábside poligonal y dos capillas laterales, y tenía un campanario de torre de
planta cuadrada. En la clave de bóveda del ábside podemos ver una imagen de San
Vicente, del segundo cuarto del siglo XV, atribuida a Pere Oller
Siguiendo nuestra ascensión
nos cruzamos con la estatua de Ava Gardner que desde 1998 se encuentra sobre
una placita que hace las veces de mirador y que erguida y atractiva mira en el
horizonte el mar, donde todavía navega el Holandes Errante. Es este el homenaje
del pueblo de Tossa de Mar a su participación en la película “Pandora y el
Holandés Errante”, filmada en 1950 en la localidad.
Ava Gardner protagonizó junto
al torero español Mario Cabré esta pelicula. Muchos habitantes del pueblo
participaron en el rodaje y conservan un buen recuerdo de la bella actriz, que
mantuvo un romance con el torero en la vida real, cuando al parecer estaba
comprometida con Frank Sinatra, que también visitó el pueblo (cuentan que para
vigilarla).
El final de nuestro recorrido
por la Vila Vella finaliza en El Faro que se encuentra en el punto más alto de
su costa, sobre un acantilado a 70 metros. Todavía hoy sigue siendo un punto de
referencia para los pescadores que vuelven de faenar. Construido en 1917 tiene
un alcance de entre 20 y 30 millas náuticas, dependiendo de la meteorología.
Tiene una altura de 10 metros y en su interior alberga además el Centro de
Interpretación de Faros del Mediterráneo, una exposición abierta al público
para conocer sus aspecto históricos y tecnológicos.
La panorámica que se divisa
desde aquí es espectacular y si a esto le añades la posibilidad de tomarte un
helado en la terraza del bar situado junto al faro, desearías que el tiempo se
detuviera.
La magia también se acaba e iniciamos el descenso
hacia el paseo marítimo donde tras dar un amplio paseo nos dirigimos a la
pizzería Mestre d’Aixa, también recomendada por Marta la recepcionista del
hotel donde nos alojábamos. Tal y como nos indico el lugar no nos defraudo en
absoluto fue quizás una de las mejores pizzas que he comido nunca, servida junto
a una estupenda ensalada y en un ambiente agradable, con rapidez y por
verdaderos profesionales.A.Cea (Vilanova y La Geltru 27-07-14)