Hoy apenas madrugamos. Nuestro plan
para hoy pasaba por dedicar la mañana a visitar dos museos que
realmente nos interesaban, ambos dedicados íntegramente a la
etapa del impresionismo, me refiero al de L’Orangerie situado
en la margen derecha del sena, en el interior del jardín de
las Tullerias y al lado de la Plaza de la Concordia. El otro
es el de Orsay, muy cerca del anterior pero situado al otro
lado del río.
Teníamos conocimiento de la huelga y
las manifestaciones que se habían convocado para este día para
rechazar una vez más en las calles la reforma del sistema de
jubilación que impulsa el presidente conservador Nicolás
Sarkozy, cuya popularidad sigue cayendo, peo pensábamos que
esto no afectaría al turismo. Poco después pudimos comprobar
que estábamos equivocados.
Abandonábamos nuestro flamante
apartamento algo mas tarde que en días anteriores y tomábamos
sin problemas la Línea 2 del metro hasta Pigalle y aquí la
Línea 12 hasta Assemblee Nationale que nos deja a un tiro de
piedra del museo de L’Orangerie. A medida que nos
aproximábamos era evidente que algo extraño pasaba, y así
era, carteles de la dirección indicando que el museo estaba
provisionalmente cerrado y que hasta aproximadamente la 11,30
horas no habría un nuevo comunicado. Visto el panorama nos
dirigimos hacia el puente de la Concordia para probar suerte
en el museo D’Orsay con idéntico resultado, mucha gente
esperando junto al museo y ninguna seguridad sobre cuando
podrá abrir el museo.
Dada la proximidad del barrio latino
pasear por sus calles era esta la alternativa mas atractiva,
haríamos tiempo hasta la hora de comer y después ya veríamos
si la situación había mejorado.
Recorremos el bulevar de Saint
Germain y aprovechamos para visitar un mercado tradicional, el
de Saint Germain. Un mercado cubierto que tiene una gran parte
dedicada a frutas, verduras, panadería, carnes, pescado etc.
otra parte se ha convertido en tiendas de lujo, vestidos y
muebles, con suelos de mármol y grandes cristaleras.
Continuamos nuestro paseo por el
bulevar en dirección de nuevo a Saint Michel y a la zona mas
animada del barrio latino. Callejeando coincidimos con la
manifestación que al parecer inicio su marcha en la Plaza de
la Bastilla y en ese momento pasaba por delante nuestro. Una
masiva manifestación de franceses rechazando en las calles una
vez mas una reforma que prevé aumentar de 60 a 62 años la edad
mínima para jubilarse y de 65 a 67 años la edad para cobrar
una pensión completa. Y que impulsa el presidente
conservador Nicolás Sarkozy, cuya popularidad sigue cayendo.
Las columnas de manifestantes no sólo
parecían más compactas, sino que había mucha presencia
infantil, inclusive en las cabeceras de los cortejos,
enarbolando banderines y pancartas hechas a mano y de colores,
en las que explicaban, con cierto humor y a su manera, las
consecuencias de una reforma que según una encuesta rechaza
el 71% de los franceses.
"¿Abuela, me cuentas un cuento? No
puedo, tengo que ir a trabajar", decía una de ellas, escrita
por Claire, de 12 años, que se manifestaba con sus padres.
Teníamos apetito, era nuestra hora
habitual de comer, hacia un día magnifico y en aquellas calles
abundaban los restaurantes de todo tipo, italianos, japoneses,
hindúes, tailandeses etc. así que decidimos que un japonés no
estaría mal y encontramos el Zenyama en la rue de Fouarre
donde disfrutamos de una esplendida terraza y de una sabrosa
comida japonesa.
Regresamos de nuevo a los museos de
L’Orangerie y D’Orsay por ver si la situación había mejorado y
al menos podíamos ver uno de ellos, pero todo seguía igual, el
plan para este día se había roto y se hacia necesario
improvisar.
Nos dirigimos hacia el río Sena, mas
concretamente a un embarcadero llamado Port de la Conference,
situado en la margen derecha entre el pont D’Alma y el Pont
des Invalides, donde atracan los barcos de la compañía
Bateaux-Mouches, la mas antigua de todas las que explotan los
cruceros por el río.
Se trata de barcos modernos y con
tecnología actual, audio guías en 22 idiomas y que ofrecen una
vista de la ciudad a través de un recorrido por el Sena de
algo más de una hora de duración y a intervalos de unos 30
minutos. El precio para los adultos es de 10€. Compramos los
billetes y ya había un barco esperando para salir con
aproximadamente 250 pasajeros que es la capacidad de una de
las cubiertas, la que esta al aire libre. Un paseo relajante,
con una panorámica de 180 sobre todos los edificios a ambos
lados del río. Cuando regresábamos al punto de partida se
produjo un hecho curioso: viajaban en el barco una pareja de
recién casados acompañados de unos fotógrafos, y que al
parecer les estaban haciendo su reportaje de boda. Pues bien,
también viajaba un numeroso grupo de turistas hindúes. Todo
esto no hubiera sido destacable si no es porque uno de los
turistas hindúes, decidió pedirles a los novios una foto junto
a ellos, a lo cual aceptaron. A partir de ese momento entre
risas, griterío, apretones etc., los otros cien hindúes del
barco querían hacer lo mismo y aquello se convirtió primero en
una juega y al final supongo que en un verdadero suplicio para
los novios que lo soportaron con verdadera paciencia y
simpatía. A todo esto el resto del pasaje que en su mayoría
eran japoneses haciendo fotos a diestro y siniestro de todo lo
que se movía.
Finalizado el paseo, de nuevo en el
embarcadero nos dirigimos a Notre Dame para tomar nuestro bus
96 que nos llevaría a casa después de un día plagado de
imprevistos, pero muy satisfactorio