16 enero 2010

Mas allá de los 60

Toda persona, sin importar su condición social, en algún momento de su vida se detiene a pensar superficial o profundamente sobre cómo será su vejez. Algunos muy precavidos toman medidas como ahorrar, adquirir bienes, comprar algún plan de pensión, etc. Otros, sencillamente se limitan a vivir cada día y dejan para el futuro el cómo enfrentar ese período llamado vejez.
Pero, ¿qué es la vejez? Diferentes estudiosos se han referido a este concepto, lo han definido
y caracterizado de distintas maneras. Se han formulado teorías desde lo biológico, lo psicológico, lo social, etc. (cfr. Arias y Jiménez, 1999:101-112 y Barrantes et. al., 1998: 18 20, 27-39).
Se ha establecido una diferencia conceptual entre el envejecimiento y la vejez. El primero es visto como un proceso acumulativo que ocurre a lo largo de la vida y la segunda, no es precisamente una visita que llegó un día inesperado. Es, dentro del desarrollo humano, una etapa de la vida en la que el proceso de envejecimiento se torna evidente. Sánchez (citada por Barrantes et. al., 1998: 15) lo define como un "proceso biológico, individual, longitudinal, continuo e irreversible, de cambios a ritmo variable que comienza en la concepción y termina en la muerte, cuyos aspectos fundamentales son de orden biofísico, psicológico y social."
Frente a este proceso parece que no podemos hacer nada. Las canas, las arrugas y otras evidencias aparecerán tarde o temprano, nos guste o no.
Rodríguez (1998) un español que se ha ocupado de estos temas afirma que la vejez se hace. Dice que "No hay vejez, hay viejos, y aunque la edad imponga restricciones -a veces muy fuertes-, cada uno va, o debiera de ir; si la sociedad no le impusiera patrones a seguir, por el carril que su biografía y sus circunstancias le lleven" (1998:33). Esta es una perspectiva que se refiere a la actitud con que se debe enfrentar la vejez. En su análisis, Rodríguez señala que el pensamiento occidental (que data desde la Antigüedad griega hasta nuestros días) hay básicamente dos modelos de vejez:
a) El que ve en la vejez solo ocaso y b) el que la ve como culminación de la vida.
El primero lo ubica en "sociedades pragmáticas, funcionales o con inclinación a la sobre valoración estética" (1998:38), en las cuales predomina una elaboración ideológica negativa sobre las personas adultas mayores, que no se limita a ridiculizar solamente los aspectos físicos, sino también conductas y actitudes.2
El segundo modelo, el de la vejez amable, tiene dos vertientes:
Una clásica, en la que se trata de encontrar lo positivo de la vejez más allá de las limitaciones que pueda suponer, en donde la persona -hombre o mujer- puede reflexionar serenamente sobre la vida.
La otra vertiente, según Rodríguez, es la moderna, que representa a un anciano encanecido y asombrosamente bien conservado, se muestra moderado, tolerante, filantrópico, encantador. Rodeado de hijos y nietos resulta la fórmula más convincente." (Op. Cit.: 40). Para el autor, este modelo también contiene una elaboración ideológica que nos puede alejar u olvidar las vejeces reales. ¿Cuáles? Aquellas caracterizadas por la pobreza, la exclusión, el abandono, el abuso, etc.
¿Con cuál modelo se identifica usted?
Si reflexionamos un poco, veremos que en ambos modelos hay algo de verdad y algo de mentira. Lo importante, y siguiendo con la posición de Rodríguez es, que cada uno de nosotros y nosotras defina cómo desea vivir su vejez sin importar los "cajones" que la sociedad ya tiene para "acomodar" a la gente.
Continuando con el pensamiento occidental, una persona que ha alcanzado los sesenta y cinco años de edad, debe jubilarse o retirarse de las funciones laborales, gozar de una pensión -para la cual supuestamente cotizó durante muchos años- y dedicar los años venideros a estar con su familia o dedicarse a actividades que quizás siempre quiso hacer pero para las cuales no tuvo tiempo, porque estaba muy ocupado ganándose el pan de cada día.
¿Es un problema que los adultos mayores trabajen?
Para contestar esta interrogante se debe retomar lo planteado por Rodríguez (1998) al principio de este trabajo: cada persona tiene el derecho a decidir como quiere vivir su vejez. Frente a este tema se pueden considerar dos casos:
a) La persona que desea trabajar porque le gusta hacerlo, se siente productiva, útil y su estado de salud se lo permite.
Como afirma Berryman (1994:212) "el trabajo provee nuevas experiencias y variedad de actividades. Puede ofrecer la oportunidad para desarrollar la creatividad y la utilización de habilidades individuales; puede proveer una fuente de auto respeto, estatus y prestigio. Es también un medio para hacer y mantener el contacto con amigos".
b) La persona que no desea trabajar porque se siente cansada o enferma.
Recordemos que la vejez es una experiencia individual y cada persona la vive según su situación particular, en la que intervienen diversos elementos como el estado de salud de cada quien, el económico, el tener o no tener apoyo por parte de familiares o amigos, etc.
Como dice McDonald (citado por Barrantes et. al., 1998:54) los elementos relacionados con la calidad de vida son:
El bienestar físico: implica comodidad en términos materiales, salud e higiene y seguridad.
Las relaciones interpersonales: incluyen las relaciones de pareja, con familiares y participación comunal.
El desarrollo personal: incluye las oportunidades de desarrollo intelectual, auto expresión, actividad lucrativa y autoconciencia.
Las actividades espirituales y trascendentales: incluyen actividades simbólicas y de auto entendimiento.
¿Cuál es el dilema que se presenta?
-Querer trabajar y no poder hacerlo debido a la discriminación y a los estereotipos que la sociedad tiene con respecto a los adultos mayores, ya sea que estén pensionados o que no gocen de este beneficio. Un estudio sobre estereotipos realizado por Arroyo y otras (1996:123-125) indica que: "El 40.70% de los entrevistados afirma que el desempeño laboral de las personas mayores de 60 años es inferior al de los jóvenes". Se agrega en este trabajo de investigación que "las opiniones negativas acerca de la productividad de los ancianos afectan a las personas mayores pues el trabajo es una fuente de identidad social y personal a causa del valor que se le asigna a "lo productivo". (...) Se cree que al llegar a la edad "normal" de retiro se pierde la capacidad funcional".4
Otro aspecto a considerar es la capacidad del adulto mayor de aprender cosas nuevas, un oficio por ejemplo. En este estudio (Arroyo,1996) un 35.68% de los entrevistados considera que a las personas adultas mayores le toma más tiempo aprender algo nuevo.
Conseguir un empleo no es fácil. El adulto mayor que quiera trabajar debe competir en el mercado laboral con otras personas. Los estereotipos relacionados con la edad, podrían ponerlo en desventaja respecto a otros solicitantes.
-No querer trabajar porque la persona se siente cansada o enferma, pero tiene que hacerlo para poder subsistir porque no tiene dinero, porque las "ayudas" que recibe de parte de hijos y parientes no le alcanza, o bien, porque la pensión que recibe es insuficiente.5 En una "campaña de expresión de las personas adultas mayores", realizada por la Defensoría de los Habitantes y la Federación Cruzada Nacional de Protección al Anciano (1999:5), se puso en evidencia que el monto de las pensiones no es suficiente para cubrir las necesidades básicas, ahunado al atraso en el pago de las mismas (particularmente en el mes de diciembre). Las condiciones de trabajo para estas personas no siempre son las más adecuadas. Depende del nivel educativo que tengan y de la trayectoria ocupacional que tuvieron a lo largo de su vida. El que se desempeñó como profesional podría tener mayores ventajas que aquellos que se dedicaron a cultivar la tierra, al trabajo de construcción o a los oficios domésticos.
Afirma Darnton-Hill (1995:382-383) que para el año 2025, el 65% de la población del "mundo en desarrollo" será adulta mayor. La calidad de vida de estas personas depende y dependerá principalmente de su seguridad socioeconómica, de su bienestar psicosocial y de su situación de salud. Señala el autor como ejemplo, el caso de Japón en donde el 40% de los hombres toma un segundo empleo después de su jubilación.
¿Cuáles son las tendencias en el mundo de hoy?
La tendencia en el mundo actual se dirige al fomento del "envejecimiento productivo". Explica Firbank (1996) que este tipo de envejecimiento corresponde a un modelo caracterizado por su "naturaleza autónoma y activa", resultado de tres factores fundamentales: la prolongación de la esperanza de vida en la población, el retiro de la actividad laboral a una edad temprana y a la crisis de solvencia económica que sufren instituciones y organizaciones que brindan servicios a los adultos mayores.
En algunos países desarrollados, se han tomado.
La vejez es una etapa ineludible. Lo deseable es llegar a ella con calidad de vida. Es decir, rodeado de las condiciones materiales, afectivas y emocionales qué le brinden a la persona un balance, un equilibrio tanto en lo económico como en lo psicosocial. Este ideal parece que no se está logrando para un buen número de adultos mayores, a pesar de las respuestas que el Estado costarricense ha tratado de dar. Corresponde a todos los ciudadanos hacer los esfuerzos necesarios para romper con viejos esquemas y lograr cambios significativos. La autora cree que está en el ser humano la posibilidad de construir un mundo mejor, creando condiciones y opciones que permitan modificar no solo aspectos subjetivos, contextuales, sino también aquellos de carácter estructural. Reflexionemos al respecto y valoremos cuál podría ser nuestro aporte desde el plano individual.