Toda
persona, sin importar su condición social, en algún momento de
su vida se detiene a pensar superficial o profundamente sobre
cómo será su vejez. Algunos muy precavidos toman medidas como
ahorrar, adquirir bienes, comprar algún plan de pensión, etc.
Otros, sencillamente se limitan a vivir cada día y dejan para
el futuro el cómo enfrentar ese período llamado vejez.
Pero,
¿qué es la vejez? Diferentes estudiosos se han referido a este
concepto, lo han definido
y caracterizado de distintas
maneras. Se han formulado teorías desde
lo biológico, lo psicológico, lo social, etc. (cfr. Arias y Jiménez, 1999:101-112 y Barrantes et. al., 1998: 18 20,
27-39).
Se ha establecido una diferencia conceptual entre el envejecimiento y la vejez. El primero es visto como un proceso acumulativo que ocurre a lo largo de la vida y la segunda, no es precisamente una visita que llegó un día inesperado. Es, dentro del desarrollo humano, una etapa de la vida en la que el proceso de envejecimiento se torna evidente. Sánchez (citada por Barrantes et. al., 1998: 15) lo define como un "proceso biológico, individual, longitudinal, continuo e irreversible, de cambios a ritmo variable que comienza en la concepción y termina en la muerte, cuyos aspectos fundamentales son de orden biofísico, psicológico y social."
Se ha establecido una diferencia conceptual entre el envejecimiento y la vejez. El primero es visto como un proceso acumulativo que ocurre a lo largo de la vida y la segunda, no es precisamente una visita que llegó un día inesperado. Es, dentro del desarrollo humano, una etapa de la vida en la que el proceso de envejecimiento se torna evidente. Sánchez (citada por Barrantes et. al., 1998: 15) lo define como un "proceso biológico, individual, longitudinal, continuo e irreversible, de cambios a ritmo variable que comienza en la concepción y termina en la muerte, cuyos aspectos fundamentales son de orden biofísico, psicológico y social."
Frente
a este proceso parece que no podemos hacer nada. Las canas,
las arrugas y otras evidencias aparecerán tarde o temprano,
nos guste o no.
Rodríguez
(1998) un español que se ha ocupado de estos temas afirma que
la vejez se hace. Dice que "No hay vejez, hay viejos, y aunque
la edad imponga restricciones -a veces muy fuertes-, cada uno
va, o debiera de ir; si la sociedad no le impusiera patrones a
seguir, por el carril que su biografía y sus circunstancias le
lleven" (1998:33). Esta es una perspectiva que se refiere a la
actitud con que se debe enfrentar la vejez. En su análisis,
Rodríguez señala que el pensamiento occidental (que data desde
la Antigüedad griega hasta nuestros días) hay básicamente dos
modelos de vejez:
a)
El que ve en la vejez solo ocaso y b) el que la ve como
culminación de la vida.
El
primero lo ubica en "sociedades pragmáticas, funcionales o con
inclinación a la sobre valoración estética" (1998:38), en las
cuales predomina una elaboración ideológica negativa sobre las
personas adultas mayores, que no se limita a ridiculizar
solamente los aspectos físicos, sino también conductas y
actitudes.2
El
segundo modelo, el de la vejez amable, tiene dos vertientes:
Una
clásica, en la que se trata de encontrar lo positivo de la
vejez más allá de las limitaciones que pueda suponer, en donde
la persona -hombre o mujer- puede reflexionar serenamente
sobre la vida.
La
otra vertiente, según Rodríguez, es la moderna, que representa
a un anciano encanecido y asombrosamente bien conservado, se
muestra moderado, tolerante, filantrópico, encantador. Rodeado
de hijos y nietos resulta la fórmula más convincente." (Op.
Cit.: 40). Para el autor, este modelo también contiene una
elaboración ideológica que nos puede alejar u olvidar las
vejeces reales. ¿Cuáles? Aquellas caracterizadas por la
pobreza, la exclusión, el abandono, el abuso, etc.
¿Con
cuál modelo se identifica usted?
Si
reflexionamos un poco, veremos que en ambos modelos hay algo
de verdad y algo de mentira. Lo importante, y siguiendo con la
posición de Rodríguez es, que cada uno de nosotros y nosotras
defina cómo desea vivir su vejez sin importar los "cajones"
que la sociedad ya tiene para "acomodar" a la gente.
Continuando
con el pensamiento occidental, una persona que ha alcanzado
los sesenta y cinco años de edad, debe jubilarse o retirarse
de las funciones laborales, gozar de una pensión -para la cual
supuestamente cotizó durante muchos años- y dedicar los años
venideros a estar con su familia o dedicarse a actividades que
quizás siempre quiso hacer pero para las cuales no tuvo
tiempo, porque estaba muy ocupado ganándose el pan de cada
día.
¿Es
un problema que los adultos mayores trabajen?
Para
contestar esta interrogante se debe retomar lo planteado por
Rodríguez (1998) al principio de este trabajo: cada persona
tiene el derecho a decidir como quiere vivir su vejez. Frente
a este tema se pueden considerar dos casos:
a)
La persona que desea trabajar porque le gusta hacerlo, se
siente productiva, útil y su estado de salud se lo permite.
Como
afirma Berryman (1994:212) "el trabajo provee nuevas
experiencias y variedad de actividades. Puede ofrecer la
oportunidad para desarrollar la creatividad y la utilización
de habilidades individuales; puede proveer una fuente de auto
respeto, estatus y prestigio. Es también un medio para hacer y
mantener el contacto con amigos".
b)
La persona que no desea trabajar porque se siente cansada o
enferma.
Recordemos
que la vejez es una experiencia individual y cada persona la
vive según su situación particular, en la que intervienen
diversos elementos como el estado de salud de cada quien, el
económico, el tener o no tener apoyo por parte de familiares o
amigos, etc.
Como
dice McDonald (citado por Barrantes et. al., 1998:54) los
elementos relacionados con la calidad de vida son:
El
bienestar físico: implica comodidad en términos materiales,
salud e higiene y seguridad.
Las
relaciones interpersonales: incluyen las relaciones de pareja,
con familiares y participación comunal.
El
desarrollo personal: incluye las oportunidades de desarrollo
intelectual, auto expresión, actividad lucrativa y
autoconciencia.
Las
actividades espirituales y trascendentales: incluyen
actividades simbólicas y de auto entendimiento.
¿Cuál
es el dilema que se presenta?
-Querer
trabajar y no poder hacerlo debido a la discriminación y a los
estereotipos que la sociedad tiene con respecto a los adultos
mayores, ya sea que estén pensionados o que no gocen de este
beneficio. Un estudio sobre estereotipos realizado por Arroyo
y otras (1996:123-125) indica que: "El 40.70% de los
entrevistados afirma que el desempeño laboral de las personas
mayores de 60 años es inferior al de los jóvenes". Se agrega
en este trabajo de investigación que "las opiniones negativas
acerca de la productividad de los ancianos afectan a las
personas mayores pues el trabajo es una fuente de identidad
social y personal a causa del valor que se le asigna a "lo
productivo". (...) Se cree que al llegar a la edad "normal" de
retiro se pierde la capacidad funcional".4
Otro
aspecto a considerar es la capacidad del adulto mayor de
aprender cosas nuevas, un oficio por ejemplo. En este estudio
(Arroyo,1996) un 35.68% de los entrevistados considera que a
las personas adultas mayores le toma más tiempo aprender algo
nuevo.
Conseguir
un empleo no es fácil. El adulto mayor que quiera trabajar
debe competir en el mercado laboral con otras personas. Los
estereotipos relacionados con la edad, podrían ponerlo en
desventaja respecto a otros solicitantes.
-No
querer trabajar porque la persona se siente cansada o enferma,
pero tiene que hacerlo para poder subsistir porque no tiene
dinero, porque las "ayudas" que recibe de parte de hijos y
parientes no le alcanza, o bien, porque la pensión que recibe
es insuficiente.5 En una "campaña de expresión de las personas
adultas mayores", realizada por la Defensoría de los
Habitantes y la Federación Cruzada Nacional de Protección al
Anciano (1999:5), se puso en evidencia que el monto de las
pensiones no es suficiente para cubrir las necesidades
básicas, ahunado al atraso en el pago de las mismas
(particularmente en el mes de diciembre). Las condiciones de
trabajo para estas personas no siempre son las más adecuadas.
Depende del nivel educativo que tengan y de la trayectoria
ocupacional que tuvieron a lo largo de su vida. El que se
desempeñó como profesional podría tener mayores ventajas que
aquellos que se dedicaron a cultivar la tierra, al trabajo de
construcción o a los oficios domésticos.
Afirma
Darnton-Hill (1995:382-383) que para el año 2025, el 65% de la
población del "mundo en desarrollo" será adulta mayor. La
calidad de vida de estas personas depende y dependerá
principalmente de su seguridad socioeconómica, de su bienestar
psicosocial y de su situación de salud. Señala el autor como
ejemplo, el caso de Japón en donde el 40% de los hombres toma
un segundo empleo después de su jubilación.
¿Cuáles
son las tendencias en el mundo de hoy?
La
tendencia en el mundo actual se dirige al fomento del
"envejecimiento productivo". Explica Firbank (1996) que este
tipo de envejecimiento corresponde a un modelo caracterizado
por su "naturaleza autónoma y activa", resultado de tres
factores fundamentales: la prolongación de la esperanza de
vida en la población, el retiro de la actividad laboral a una
edad temprana y a la crisis de solvencia económica que sufren
instituciones y organizaciones que brindan servicios a los
adultos mayores.
En
algunos países desarrollados, se han tomado.
La
vejez es una etapa ineludible. Lo deseable es llegar a ella
con calidad de vida. Es decir, rodeado de las condiciones
materiales, afectivas y emocionales qué le brinden a la
persona un balance, un equilibrio tanto en lo económico como
en lo psicosocial. Este ideal parece que no se está logrando
para un buen número de adultos mayores, a pesar de las
respuestas que el Estado costarricense ha tratado de dar.
Corresponde a todos los ciudadanos hacer los esfuerzos
necesarios para romper con viejos esquemas y lograr cambios
significativos. La autora cree que está en el ser humano la
posibilidad de construir un mundo mejor, creando condiciones y
opciones que permitan modificar no solo aspectos subjetivos,
contextuales, sino también aquellos de carácter estructural.
Reflexionemos al respecto y valoremos cuál podría ser nuestro
aporte desde el plano individual.